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El término solsticio de verano proviene del latín Solstitium y significa "El sol se detiene" y se trata del momento en que el Sol alcanza su punto más alto con respecto al Ecuador.

Esto ocurre en el hemisferio norte alrededor del 21 de junio, el día más largo y la noche más corta del año. Este fenómeno astronómico está vinculado a una gran cantidad de rituales chamánicos, ritos paganos y festividades cristianas como la de San Juan.

La celebración del “solsticio de verano” como tal, data de 5000 años antes de Cristo a raíz de la permanente observación de la bóveda celeste por parte de sabios astrónomos-astrólogos.
Los antiguos griegos definían este acontecimiento referente al Sol como una puerta de entrada a otra dimensión, el sol mermaba día a día porque penetraba en la dimensión del espíritu de los hombres, primero lucía en el exterior para después lucir en el interior.
El espíritu se recoge sobre sí mismo para asimilar las experiencias vividas que el sol interior ilumina. A esta Puerta imaginaria la llamaron “Puerta de los Hombres”. Al solsticio de invierno lo llamaron la “Puerta de los Dioses”.
 
En la cultura celta los druidas celebraban el ritual de “Alban Heruin”, que consistía encender hogueras buscando la bendición para las tierras y sus frutos, así como buenos augurios para los enamorados y fertilidad para las mujeres.
En México, los guerreros aztecas dedican muchos rituales al culto solar para que la “Renovación de los fuegos”, ayude a la tierra y al ser humano a respetar los ciclos y a obtener buenas y abundantes cosecha, así como salud.
 
Los Incas del Perú festejan el “Inti-Raymi”, la fiesta del Sol. Es un espectáculo ver en la explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco, las llamaradas de las fogatas que invocan al astro rey antes de la salida del sol.
 
En la tradición hindú el solsticio estival es la vía de los ancestros, la “pitri-yana”, igual que para los griegos, una puerta que conduce al interior. Los Indras adoran el fuego primordial y aseguran que algunos chamanes durante el ritual del fuego pueden leer el futuro en las llamas.
Las cenizas de las hogueras durante el solsticio se conservan todo un año.
 
Entre los beréberes de África del norte de Marruecos y de Argelia, se celebra la fiesta del “Ansara” el 24 de junio.
 Encienden hogueras en las plazas de los pueblos, en lugares que consideran que necesitan una purificación. Arrojan al fuego hierbas medicinales. Ahúman después sus principales utensilios, herramientas y objetos personales.
Consideran que el humo de las hogueras protege los campos cultivados y mata los virus y las malas energías. Seguidamente saltan siete veces por encima de las brasas, purifican también el interior de las casas y los enfermos con ramas encendidas para ahuyentar los malos espíritus e inmunizarse el cuerpo.

 

La tradición cristiana que celebra la fiesta de San Juan el 24 de junio, adaptó el culto pagano a las enseñanzas bíblicas. Según las Sagradas Escrituras, Zacarías recibió en sueños un mensaje del Arcángel Gabriel anunciándole su próxima paternidad. 

Pero Zacarías no lo creyó, seguro de que su mujer era estéril. Ante la ausencia de fe, Zacarías quedó mudo y sólo recobró la voz el día en que nació su hijo Juan. En agradecimiento a Dios, Zacarías encendió una gran hoguera y en un ritual de purificación, saltó por encima de las llamas recitando cánticos de alabanza al Señor y anunciando el nacimiento de su hijo.

Esa es la conmemoración de la Iglesia católica cada 24 de Junio, el nacimiento de Juan Bautista precursor de Jesús que anuncia el nacimiento de una nueva fe basada no en el rito pagano del planeta, sino en el poder del sol interior.